Esta semana hemos elegido el Barranc del Turia para la excursión sabatina. En este recorrido es habitual encontrar a aficionados de todos los niveles, incluso a familias completas en bici, aunque, por suerte, no llega a estar tan concurrida como el acceso al Saler por el carril-bici. Es agradable bordear el río Turia, aunque el trayecto se nos quedó a medio acondicionar... los puentes de madera siguen oficialmente cerrados, pero algunos ya los hemos estrenado...
La ruta no esconde grandes sorpresas, como digo muchos son ya los que la recorren con normalidad. Sin embargo, si uno abre bien los ojos, siempre salta la anécdota: esta vez fué una ardilla que se estaba ahogando en un embalse, y tuvimos la oportunidad de sacarle del apuro.
El almuerzo en el Bar Conchín fue agradable, como siempre. El trato es amable, y los bocadillos correctos. Esta vez las anchoas fallaron por muy saladas, pero el precio es muy asequible: 12 euros por tres almuerzos con café y chupito... (más información en la crítica gastronómica semanal de nuestro nutricionista). A la salida, un veterano de la bici nos abordó para contarnos sus anécdotas de octogenario.
En fin, excursión sin grandes pretensiones, pero que nos deja buenos y malos recuerdos: Saba se piñó cual ciclista novel, en uno de los bordes del camino de grava. Por suerte ya estábamos casi en casa, y con algo de yodo se salvó el incidente.
Imprescindible también un lavado de las bicis, que se cubrieron de polvo, en la primera gasolinera que pillamos.
El Presidente.
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