domingo, 13 de diciembre de 2009

091213 PORT DE CATARROJA


Una lata de cerveza enganchada a la rueda...

Esto podría ser lo más destacable de la estapa de esta semana. Sin embargo, el ciclista dicharachero hasta a un gris día de lluvia le encuentra su encanto. Así, esta salida dominical ha salvado lo que parecía un fin de semana en casa.

Pero nuestro biciclub, aunque modesto, se precia de disfrutar las excursiones tal como son, y si toca día de lluvia, pues se coge el chubasquero y a pedalear. Hoy teníamos previsto dar una vuelta por el Barranco del Poyo, en Catarroja, para comprobar como van las obras de rehabilitación de esta rambla. La lluvia ha hecho aparición, como estaba previsto, y nos ha obligado a dar la vuelta antes de tiempo.


El cambio de planes nos ha llevado hasta los bares del puerto de Catarroja, por cuya puerta hemos pasado en más de una ocasión, y que nos apetecía visitar desde hace tiempo. A falta de la experta valoración de Saba, que hoy se ha quedado en cama convaleciente de una cena de empresa, me atrevo a hacer una crítica gastronómica:


Casa Baina, ubicado a pié mismo del canal, no pretende ser un lugar de mantel largo, sin embargo multitud de detalles elevan su categoría por encima de lo que sería un local portuario típico. Para empezar, la gerente nos recibe de pié; la barra dispone de una vitrina pequeña pero bien presentada, en la que tortillas y otras viandas parecen recién salidas de la sartén. El local es diáfano, y no es difícil encontrar una mesa junto a la ventana principal. Nos espera el aperitivo tradicional: cacaos y olivas, e inmediatamente nos ofrecen la bebida... Los bocatas no tardan en llegar. El ambiente es muy agradable, ya que el local está a medio aforo pero no hay excesivo ruido. Es natural encontrarse un lugareño alardeando de su trofeo (un buen ejemplar de pato), un aficionado a la naturaleza revisando su equipo fotográfico, un cazador con su perro braco de pelo corto a la entrada... en fin, personas de bien que se reunen a disfrutar de su sencillo almuerzo. El precio (3,50 por medio bocadillo, bebida y café) es más que correcto.


En fin, el sirimiri no para, pero hay que animarse y volver a casa. Tampoco es para tanto, y la vuelta transcurre sin novedad, por entre la huerta arrabalera, y el agua apenas nos cala en la ropa. Han sido casi 30 km, lo justo para mantener la forma ante estas fechas que se nos avecinan.

El Presidente

2 comentarios:

José M. Sabariego dijo...

Poco habeis hecho si a estas horas ya esta todo publicado. Una corrección no pude asistir a la cena de empresa por tener que acudir a Madrid al examen de la especialidad de prevención de Higiene Industrial. Sufri la manifestación y los increibles bancos de niebla durante todo el día.

Fernández dijo...

Compañero Saba, ¡qué lejos quedan ya aquellos días de tu activismo en UGT! Ahora dejas que otros luchen contra la precarización de las condiciones de trabajo... en fin, no nos metamos en política...

Pues hemos hecho una etapa bien maja, a pesar del día lluvioso, pero pasados los 40 ya no conviene abusar y hemos preferido volver pronto a casa. Se os ha echado de menos a los jóvenes sin hijos, en lo que podría ser la última del 2009.