lunes, 8 de marzo de 2010

Crítica gastronómica: Bodega Fila (Bodega El Labrador.), Valencia.

Víctimas del miedo al temporal y aburguesados de fin de semana decidimos no salir en bici, pero no fuimos capaces de abandonar nuestra cita gastronómica. Más que crítica habría que hablar de Mención Honorífica. Ya son muchos los años que esta bodega está entre los Valencianos y para mucha gente en estos tiempos se ha convertido en un autentico descubrimiento.
Si hacemos historia allá por principios de los noventa, incluso finales de los 80, el germen del Biciclub, el afamado y famoso Joventut Maritim Hockey Club ya comenzaba a asociar este local con el espíritu de vida de sus miembros. En aquella época sobraba entusiasmo y faltaba dinero, pero aún así después de un partido nos apañábamos con encurtidos, frutos secos, papas, Coca-Cola y alguna que otra cerveza, eso sí de litro todo.

La bodega permanece como estaba prácticamente, asistimos hace muchos años a una pequeña reforma de los baños y la barra que mantiene las dimensiones. Hace poco se cambiaron las entradas delantera y trasera sin que fuesen muy llamativos estos cambios. Permanecen omnipresentes los toneles que presiden el local, a veces se puede ver como Macen realiza el trasiego de los caldos a toneles más pequeños desde donde se sirven, tintos, tintos viejos, mistelas...
La Bodega Fila mantiene pese a que mucha gente no lo entiende o le sorprende, su carácter de bodega en el concepto literal de la palabra. No hay plancha, no hay cafetera, no tiene horario de bar y se mantiene la venta de productos y bebidas (incluso a granel) para llevar. Se acumulan los cascos de botellas vacías al lado de las pequeñas mesas que jalonan el local, todo esta lleno de taburetes y al final de la tarde las servilletas de papel iluminan todo el suelo del local.
En estos años los clientes que asisten a este local se han diversificado y se caracterizan según la franja horaria a la que se acuda. Se ha pasado de ser gente del barrio en su mayoría que iba a comprar vino, casera y olivas a que todo tipo de erasmus ocupen el lugar desde las siete de la tarde en adelante, siendo muy complicado encontrar sitio. Por las mañanas hay más sitio.
En lo culinario os podéis fijar en la foto, se recurre a los salazones, el embutido, el queso y las latas. Se te cobra a peso y no se realizan los abusos que si se dan en los locales que han surgido en los últimos años y que pretenden recrear este tipo de bodegas eso sí sin tener esta calificación y donde todo está decorado muy retro-nacional-fashion, en estos locales los embutidos se disponen en los platos para ocupar la mayor superficie posible y se te cobra por cobrar.
En Fila, en estos años, se han visto pequeños detalles que han subido el nivel y han completado el placer de acudir al local ya hay bastante variedad de cervezas. Las Alhambras y las Voll-Damm triunfan. La carta de vinos es extensa y se puede disfrutar en el local, además el dueño ya embotella su propio caldo. También hay mucha variedad de embutidos, incluso el sabado probamos algo nuevo, el morcón y estaba muy bueno.
Nuestra Valoración es de 9/10
P.D.: El de la foto es mi hermano.

1 comentario:

Fernández dijo...

Ya, ya, pero yo eché en falta unas papas... contrapunto ideal a fiambres y cervezas...