jueves, 1 de abril de 2010

ACAMPADA EN TITAGUAS


El pasado fin de semana, miembros del bici-club con nuestras respectivas familias pudimos disfrutar de unos días en la naturaleza. Para la acampada, organizada por la Fundación del Bici-club Verano Azul, elegimos la ribera del Turia a su paso por Titaguas. Esta zona, recomendada desde siempre por Saba, ofrece amplios espacios con buenas instalaciones (paelleros, aseos, piscina...)

Llegamos de noche, pero Saba nos indicó con certeza el lugar adecuado para acampar, a orillas de un arroyo y próximo a los paelleros. El frio (7 ºC) hizo que los chavales quisieran acostarse pronto, así que los colocamos en sus sacos y los adultos seguimos con la cena, café y copa de ponche. Miguel estaba un poco alterado, y estuvo dando la lata hasta bien tarde, sin dormirse. Luego, de madrugada, volvió a desvelarse, así que esa noche no dormimos mucho...


Al día siguiente, con mejor perspectiva de la zona, decidimos cambiarnos de sitio, para estar próximos a unos paelleros más amplios, pensando en cenar cerca de la hoguera, para que los pequeños y Marina soportaran mejor el frío. La nueva zona era más amplia y soleada.

El sábado estuvo marcado por la llegada de Marina, a media mañana, y aprovechamos para comprar embutido de la zona, pan y hielo. Por la mañana aún tuvimos tiempo de hacer una pequeña excursión a la vera del Turia.


Por la tarde hubo actividades para los niños, mientras que los mayores buscaban leña para la noche. La cena, al calor de la hoguera, fue agradable, y los pequeños pudieron juguetear con el fuego, que tanto les fascina. Saba nos propuso unas "patatas a lo pobre", acompañadas de ensalada valenciana.


La noche transcurrió tranquila, y llegamos a ver temperaturas bajo cero. A la salida del sol se recuperó la temperatura primaveral, y desayunamos a la espera de Loles y su hermana. La excursión prevista, por un barranco con saltos de agua, gustó mucho a los niños y mayores.


Hubo tiempo para el clásico baño helado. Sergio se inició en este ritual, después de pensárselo mucho, mucho... La verdad es que tras 10 segundos en remojo, dolía todo el cuerpo...


La comida fue modesta, a base de pasta, arroz y conservas; lo típico de una acampada. Había que ir pensando en el regreso, así que nos pusimos a recoger tiendas y trastos, que a duras penas cupieron en los coches...



Creo que todos lo pasamos bien. Ya sabíamos que ibamos a pasar frío, pero el sol nos acompañó en todo momento, calentando un poco los ánimos. Los niños disfrutaron con el agua, el fuego y la montaña. Tenemos que revisar la organización, pues había demasiados trastos y las comidas pueden mejorarse, pero todo es cuestión de práctica. ¿Para cuándo la próxima?

Fernández. Presidente de la Fundación Bici-club Verano Azul.

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