miércoles, 26 de enero de 2011

CRÍTICA GASTRONÓMICA CENA DE GALA 2010

Como sabéis, el pasado sábado Saba y Loles nos ofrecieron una cena en el marco de la Gala Biciclub Verano Azul 2010. Vaya por delante nuestro agradecimiento por su hospitalidad.

Como amigo personal del anfitrión, me permito realizar unos comentarios que sin duda Saba apreciará y sabrá aprovechar en su constante afán de perfeccionamiento como cocinero.


Saba nos recibió con un atuendo "casual", mientras que Loles lucía elegante vestido con estampado de los años 70, más adecuado para la ocasión. Unas piruletas de gambas, unos saquitos de variados rellenos (queso, gamba, etc.), junto con el sufrido pero imprescindible plato de queso, cecina y almendras, inauguraban lo que prometía ser una estupenda cena.

El pescado fue el protagonista, con unos platos “al centro” de tartar y salmón marinado con hierbas. El famoso cazón rebozado no faltó (homenaje a la tierra natal de Saba), pero sí se echó de menos la tortilla de patatas de su madre. El cava (Dominio de la Vega y un excelente Privat) contribuyó a realzar el agradable sabor y la suave textura de estos entrantes.


Decepcionó el no poder degustar el anunciado pastel de cabracho, que fue dignamente sustituido por un pastel de rape y gambas, de agradable sabor pero no comparable al gusto más pronunciado del primero. Unas salsas de equilibrado sabor complementaron este primer plato.

El plato de carne se resolvió con unos aplaudidos figatells, que -estando hechos con la carne más humilde del cerdo- se convirtieron en el plato más celebrado. En los figatells no predominaba ningún sabor sobre los otros, y estaban convenientemente tostados en su superficie y acompañados por una sabrosa mostaza verde.


Saba, muy previsor, nos preparó un segundo plato de carne, a base de unas costillas a la miel. Este plato resultó menos celebrado porque ya estábamos bien servidos, pero los anfitriones tuvieron la amabilidad de poner las sobras en tupper para que nos las lleváramos a casa.


Tuvimos que lamentar que no hubiera un sorbete como antecesor de este plato. Por contra, el maridaje fue muy acertado, con sendas botellas de Ágora y Ferández de Piérola: un 10 para el sommelier. No obstante se descuidó el tema del agua y los refrescos, hasta el punto que tuve que rebuscar a hurtadillas en el frigorífico para conseguir alguna lata de cola para tomar con la carne.


Para el postre, la pareja anfitriona optó por la solución fácil del chocolate, que siempre agrada a todos. El coulant resultó discreto (como reconoció el chef, demasiado tiempo en el horno). El acierto estuvo más en la elección del acompañamiento, un helado de macadamia que suplió la falta de frutos secos en el bizcocho.


En resumen, una cena bien diseñada, con ingredientes de calidad y platos sencillos pero muy apetecibles. Lástima que los nervios traicionaran a Saba en los pequeños detalles. Como valoración final, os recomiendo vivamente ir a cenar a casa de Saba y Loles.

Fernández

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