miércoles, 15 de junio de 2011

Critica Gastronómica.- Centro Cultural Castellar Oliveral (Carne de Caballo)

Tras una anodina etapa, dimos con nuestro huesos en esta pedanía. Castellar-Oliveral (en valenciano Castellar-L'Oliveral) es una pedanía de la ciudad de Valencia perteneciente al distrito de los Poblados del Sur. Contaba con 7.081 habitantes censados en el año 2008 según el ayuntamiento de Valencia. Limita con el nuevo cauce del río Turia al norte, Horno de Alcedo al oeste, Sedaví y Alfafar por el sur y Pinedo por el este.
Alguna vez habíamos almorzado por allí, pero sin adentranos en la localidad. La ausencia del habitual bar nos hizo buscar refugio y hay es donde se produjo la aparición de tan venerado cartel  que presagiaba grandes augurios al Centro Cultural Castellar Oliveral, casi se nos pasa de largo. Procedan nuestros queridos seguidores a observar en la foto anterior la pizarra de la ventana. "Hay carne de caballo"
Muy pocos locales en Valencia son conscientes de las ventajas de tener en sus cartas este tipo de carnes. (Ver critica gastronómica.- La Pascuala). La carne de caballo, se come en Europa desde edades muy antiguas. La carne se ha considerado como más dulce, tierna, y baja en grasas, alto contenido en proteínas que las de cerdo o ternera. En algunas sociedades se ha considerado este alimento como tabú. Este tipo de carne genera una oportunidad de negocio tremenda para los locales, el boca a boca generalizado traspasa los límetes de los medios de comunicación tradicionales .
Ya era tarde y quedaba poco material en mostradores, pero al solicitar caballo el camarero nos ofreció unas guarniciones de patatas y ajetes, que solo puedo calificar como acertadisimas. Seguidamente nos sobrevino la segunda gran sorpresa el tamaño mismo de los bocatas, véase. El precio también fue acertadismo 11€ para los dos, satisfechos en gran manera. Solo queda volver a testar este local para definitivamente incluirlo en nuestra listado de recomendaciones.
En la época temprana del magdaleniense ya se pueden detectar asociaciones al consumo de esta carne como una fuente principal de alimento. En Europa está asociado su consumo a las adoraciones teutónicas de Odín. Según las historias, el gusto actual por esta carne de caballo procede de la batalla de Eylau en 1807, cuando el cirujano-jefe del ejército de Napoleón, barón Dominique-Jean Larrey, aconsejó a las tropas hambrientas que comieran la carne de los caballos que habían muerto en el campo de batalla. Los cocineros de campaña emplearon para cocinar en las cacerolas la pólvora de la artillería napoleónica como condimento, dejando así fundamento de la tradición para su consumo.

La carne de caballo se hizo popular en Europa tras estos eventos y de esta forma proliferó su consumo en la cocina francesa durante el Segundo Imperio Francés; la carne de caballo era más barata en aquellos tiempos que la de cerdo o ternera y por esa razón se abrieron tiendas que ofrecían carne caballar en Nancy en el año 1864.

1 comentario:

Fernández dijo...

Coincido contigo, Saba, en la introducción histórica sobre el consumo de carne de caballo. Sin embargo más de uno de nuestros muchos seguidores ya se habrán sorprendido de que no mencionaras un hecho curioso...
Es bien conocido que con la llegada de las primeras civilizaciones el consumo de carne equina se consideró un tabú (la mayoría de las veces un tabú religioso).
Por poner unos ejemplos, fué Moisés quien dijo que solamente se podía comer carne de los animales cuyas pezuñas estuvieran "partidas, hendidas en mitades y que rumía". Después con la llegada del cristianismo, la carne de caballo continuó estando prohibida según un decreto papal de Gregorio III, y así sucesivamente.
Pero la hipocresía humana no conoce límites, y la carne de caballo se consumía, a pesar de las prohibiciones religiosas, en tiempos de guerra, tanto en ciudades sitiadas como por los soldados necesitados de proteínas, y es que cuando el hambre azuza...
Personalmente creo que deberíamos conocer mejor las virtudes de la carne de caballo: de hecho, la carne de caballo les encanta a los niños porque es más blanda y dulzona que el resto de carnes rojas.
Un saludo,

Fernández