domingo, 2 de junio de 2013

130525 CRUZ DE ANTENAS DE MONTEPICAYO

Con la plantilla al completa y de la mano de nuestro Presidente, geoestratega y crítico gastronómico Saba, volvemos a La Calderona después de unas (muchas) semanas recorriendo otras zonas (Calicanto, Sot de Chera, Higueruelas…).

Con destino incierto, nos íbamos acercando al final del tramo de la vía Xurra, donde hay que tomar el desvío hacia la derecha para dirigirse a la omnipresente Mola de Segart.

Si la idea inicial era subir la mola para seguir por Xocainet, las antenas de Montepicayo ejercieron su influjo sobre nosotros, y ya que Julián no había subido nunca, cambiamos en el último momento nuestro destino. Un paisano aficionado al pedaleo y ávido de conversación nos entretuvo algo de tiempo, que aprovechamos para tomar algo de fruta y barritas de cereales.

La subida por el lado este, que muchos conoceréis, es algo exigente, tanto por las pendientes de algunos tramos (sobre todo el inicial por asfalto, entre naranjos).

Cuando se deja atrás la pequeña estación eléctrica, el camino es menos empinado, pero por el contrario el firme está bastante mal (ni tierra, ni asfalto, ni pedruscos, sino todo lo contrario).

Sin embargo, conforme se avanza en la siempre constante subida, los caminos se vuelven más decentes, y las vistas nos premian con una panorámica de la playa y del Mediterráneo.

El tramo final vuelve a exigirnos máxima concentración, ya que es también bastante empinado, culminando en una rampa de hormigón (ya os podéis imaginar por qué), que nos deja al pié de las antenas.

El grupo llegó bastante disgregado (vamos, que cada cual llegó como pudo a las antenas), y tanto el Lupas como Julián decidieron hacer tiempo adentrándose en un camino de rodeno, hasta alcanzar la cruz de hierro que se ve desde la falda de la montaña. Saba, que llegó un poco más tarde, prestó también ayuda humanitaria a unos colegas, que se habían quedado prácticamente sin sillín...



La cruz no es que sea muy bella, apenas un par de hierros cruzados, pero se asienta sobre un vértice geodésico. Las vistas son también espectaculares, lástima que siempre se encuentra calima en el horizonte.

El descenso, hacia la urbanización Alfinach, siempre es agradable, en constante pendiente hasta llegar prácticamente a Puzol. El ritmo fue bastante animadito, tanto que me quedé un poco rezagado sin posibilidad de alcanzar al grupo.

En Puzol nos esperaba, como siempre, casa Aurelio, que tiene una terracita muy agradable. El trato cordial y los bocadillos bien hechos siempre compensan el esfuerzo. Alguno se tomó incluso una copita.

El regreso, como ya habíamos vaticinado desde el comienzo mismo de la etapa, fue con viento en contra. Una brisa que no llegaba a fastidiar pero que nos hizo pedalear en serio.

Pues, eso, una rutita completa, con llaneo y montaña, disfrutando de una primavera que comienza a hacer honor a su nombre, después de tantas semanas de frío y viento. Para la semana que viene, con la visita de un par de invitados de excepción, tenemos previsto acercarnos al Vall de Gallinera. Se masca la tensión. Os iremos informando.

Como siempre, las fotos en nuestro álbum online.

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