miércoles, 20 de julio de 2011

110716 NOCTURNA EL SALER


De nuevo el destino quiso que el pasado sábado se celebrara la IV NOCTURNA BICICLUB VERANO AZUL. La imposibilidad de quedar el sábado o domingo por la mañana, junto con la oportunidad de disfrutar luna llena y el calor que ya agobia en las salidas diurnas hicieron que el sábado disfrutáramos de una nueva excursión nocturna.

Es cierto que era una ocasión muy esperada por todos, pero quizá nos habría gustado más hacer esta nocturna por la zona de la Calderona, como inicialmente teníamos previsto. Sin embargo, elegimos esta ruta por su mayor simplicidad y proximidad a Valencia, con el ánimo también de conocer el paisaje del entorno de la Albufera bajo la luz de la luna.


Elegida la ruta, quedaba preparar el material para tan especial ocasión. Tengo que decir que esta vez las cosas no funcionaron según lo previsto, o mejor haría en decir que no había previsto bien las cosas que necesitaría… En efecto, media hora antes de subirme a la bici empezaba a preparar el material, lo que provocó que sugieran numerosos imprevistos: uno de los focos led no quiso encenderse, el piloto trasero fallaba a ratos, no disponía de gafas transparentes, no tenía repelente para mosquitos… la verdad es que no es manera de planificar una pedalada nocturna. Tomaremos nota para la próxima ocasión.


Con tal cúmulo de despropósitos, me puse en marcha sobre las 21:30, aún con luz solar. A la llegada a la Ciudad de las Ciencias ya empezaba a anochecer, así que comprobé las luces y me dispuse a seguir el carril bici hasta El Saler. Este primer tramo no tuvo mayor inconveniente, puesto que además se encuentra bien iluminado por farolas. Me crucé con algunos compañeros de pedal que a esas horas debían volver a casa.

Cruzando Pinedo me encontré con cientos de vecinos que habían plantado mesas y sillas a orillas del cauce del Turia y a lo largo de todo el paseo marítimo. El ritmo tuvo que ser muy tranquilo para no atropellar a nadie.


Algunas señoras echando su partida de parchís en pleno carril bici; ¡cualquiera les dice algo!

Ya por el tramo entre dunas aún seguía encontrando familias en las mesas de madera distribuidas por todo el recorrido, casi todos con mortecinas luces que transmitían un poco de depresión a la nocturna escena.


Pasando por el Sidi Saler me detuve a hacer alguna foto, y me sorprendió que tenía inquilinos, ya que había oído que este hotel había sido cerrado recientemente. Hasta el lago de El Saler el recorrido fue más tranquilo, y allí pude disfrutar de las vistas (aunque la luna estaba prácticamente llena, no había alcanzado altura y apenas iluminaba) y del bocata.

La verdad es que ni siquiera en un lugar tan apartado del paso como el lago había soledad absoluta, ya que pude contar a varios individuos que pululaban por allí: tampoco allí pude disfrutar de la soledad de la noche…


Un poco decepcionado por tanta muchedumbre, decidí volverme a casa cuanto antes. De nuevo a atravesar el gentío a lo largo de las dunas y de la playa de Pinedo. Pude hacer algunas fotos, aunque la mayoría de ellas no quedaron bien, debido a que estaba usando una cámara prestada, en sustitución de la maltrecha Sony que usamos habitualmente (ha pasado a mejor vida).


En fin, una etapa distinta, pero que no me convenció… Tenía dificultada por la escasa iluminación (disponía de 2 linternas, pero habitualmente uso 3 para tener más densidad de luz). Además las gafas amarillas mermaban también la visibilidad, pero no me atrevía a ir sin ellas por temor a los insectos o las ramas. Por último, es difícil distinguir las zonas arenosas del camino firme, y en esta zona de dunas y caminos esta circunstancia me obligó a llevar un ritmo más lento del habitual.


Como anécdotas agradables, pude ver los fuegos artificiales del puerto y me alegró saber que el viejo autocine de Pinedo aún funciona. Es una experiencia más, pero la próxima nocturna será por algún lugar más alejado de la ciudad, a ver si encontramos la ansiada soledad…

Fernández

No hay comentarios: